El acabado más común de las griferías de latón es el cromado por electrodeposición, que combina capas de níquel y cromo.
El cromado resulta muy resistente a la corrosión, aunque atención: puede dañarse con algunos productos de limpieza abrasivos como el ácido sulfúrico, el salfumán, el amoniaco y la lejía, que provocan un deterioro prematuro del material, tanto si se aplican directamente en la superficie de la grifería o únicamente con sus vapores.
El agua cuando se evapora, y especialmente si tiene mucha cal, deja en la superficie cromada partículas cristalizadas dañando la grifería, estropeando el recubrimiento o manchándolo de moho, por lo que es recomendable limpiar regularmente los grifos para evitar los depósitos calcáreos. Es importante que no utilices estropajos ya que rayan la superficie. Puedes aplicar una esponja suave empapada con agua y unas gotas de jabón neutro para limpiar el exterior de la pieza. Después aclara con un paño de algodón humedecido y seca y abrillanta con una gamuza o bayeta.
No utilizar productos de aplicación con spray, ya que la niebla puede penetrar por las aberturas y separaciones de los accesorios y puede causar daños.